Como todos ya sabéis a estas alturas, barnizar nuestros muebles de madera es una de las acciones claves en los procesos de restauración. Tiene múltiples objetivos, entre ellos impermeabilizar las superficies porosas que hay en la madera y protegerla de los agentes externos. Y para ello contamos con una variedad inmensa de barnices, entre los cuales elegimos uno u otro dependiendo del tipo de mueble. No obstante, estos productos no suponen la única alternativa para proteger la madera. Hay otra sustancia estrella de gran utilidad: la goma laca.
Esta sustancia, también conocida como laca para madera, es una resina que se obtiene a partir de un pequeño insecto asiático llamado gusano de la laca. Hay dos variedades. Por un lado, la goma laca naranja, más natural e intacta, pero más problemática puesto que modifica levemente los colores de las superficies donde se aplica. Por el otro, la goma laca blanca, la cual no altera los colores de los muebles salvo que estén expuestos a una humedad considerable. Sin embargo, ambas tienen algo en común: están diluidas con alcohol. Y esto es importante.
Lo es porque, gracias a la presencia del alcohol, la goma laca tiene una duración de secado mucho mejor que los barnices convencionales. También porque, a diferencia de estos últimos, que simplemente quedan depositados en las superficies de los muebles, las lacas para madera penetran en el mueble. Esto las hace más eficaces en las tareas de protección. Son solo algunas de las ventajas que ofrece esta sustancia respecto al barniz, pero también tiene sus desventajas. Veamos cuándo decantarnos por una u otra.
¿Es mejor laca o barnizar al restaurar un mueble?
Ya sabemos qué es la goma laca, ¿pero cuándo deberíamos usarla? Pues siempre que busquemos el efecto más brillante posible. Si bien hay barnices más enfocados a dar brillo, por regla general la laca de madera proporciona más que estos productos sintéticos. También cuando buscamos un brillo sin tonalidad que no cambie el color de la superficie. En esos casos la goma laca blanca es ideal. Y, por supuesto, si buscamos trabajar con una sustancia más orgánica y natural, con mucha más historia. Después de todo, ya la usábamos hace más de 3.000 años.
Por el contrario, es más aconsejable utilizar barniz para madera en lugar de goma laca cuando los muebles que queremos proteger estarán emplazados en el exterior. Esto es así porque, aunque la laca de madera también nos aporte cierta impermeabilización, lo cierto es que es bastante menos reducida que la que ofrece un buen barniz. En otras palabras: la goma laca es menos resistente al agua. De ahí que también resulte muy importante conocer si la zona donde irán los muebles tiene una humedad excesiva o no. A largo plazo será un factor determinante.
Por último, hay que reconocer que la utilización de la goma laca requiere de más experiencia en la restauración que los barnices tradicionales. Conseguir un buen acabado puede resultar algo más difícil, ya que suelen surgir inconvenientes como los grumos y la falta de adherencia de la sustancia a determinadas superficies de madera. Por eso siempre recomendamos practicar antes con muebles o superficies de menor valor para nosotros. Y, una vez que dominemos la técnica, ya podremos elegir libremente entre laca o barniz.
¿Cómo aplicar la goma laca?
Aplicar la laca de madera no tiene mucho truco. En primer lugar, y como de costumbre, vamos a limpiar el mueble y a lijar la madera para obtener una superficie lisa. Cuando hayamos acabado, usaremos una brocha de cercas naturales o sintéticas para aplicar la goma laca a la superficie del mueble. Deberás tener mucho cuidado y dar brochadas en el sentido del grano de la madera. Sé paciente y meticuloso. Solo 30 minutos después, la goma laca estará del todo seca y volveremos a lijarla. Entonces le daremos una segunda capa y listo. ¡Logro conseguido!